Eficacia teórica, eficacia real y protección de las vacunas

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Este artículo es parte de una serie explicativa sobre el desarrollo y distribución de las vacunas. Puedes encontrar más información en la serie «Las vacunas, explicadas» de la OMS.

Las vacunas contra la COVID-19 han demostrado ser seguras, eficaces y salvar vidas. No obstante, al igual que otras vacunas, no inmunizan completamente a todas las personas vacunadas, y aún desconocemos en qué medida pueden evitar la transmisión del virus. Además de vacunarse, es fundamental seguir tomando otras medidas para combatir la pandemia.

Eficacia teórica y real de las vacunas

Las vacunas contra la COVID-19 aprobadas por la OMS para su inclusión en la lista de uso en emergencias han sido sometidas a ensayos clínicos controlados para confirmar su calidad, seguridad y eficacia teórica. Ninguna vacuna se aprueba si su eficacia teórica es inferior al 50%. Una vez aprobadas, se mantiene una vigilancia continua para asegurar que siguen siendo seguras y eficaces en la práctica. Pero, ¿qué diferencia hay entre eficacia teórica y real?

La eficacia teórica de una vacuna, medida en un ensayo clínico controlado, se refiere a la reducción del riesgo de enfermarse entre los vacunados en comparación con los que recibieron un placebo. Si una vacuna tiene una eficacia del 80%, esto significa que las personas que recibieron la vacuna tienen un 80% menos riesgo de enfermar que las que recibieron el placebo. Sin embargo, una eficacia del 80% no implica que el 20% de los vacunados se enfermarán, sino que la probabilidad de enfermedad en el grupo vacunado es un 80% menor que en el grupo placebo.

Eficacia real de las vacunas contra la COVID-19

La eficacia real mide la efectividad de la vacuna en condiciones cotidianas. Aunque los ensayos clínicos incluyen una gran variedad de participantes, no representan perfectamente a toda la población. La eficacia observada en los ensayos clínicos se refiere a resultados en un entorno controlado, mientras que la eficacia real se calcula tomando en cuenta la protección proporcionada a la comunidad en general. Dado que la población vacunada en condiciones reales es más diversa, la eficacia real puede diferir de la teórica.

Protección conferida por las vacunas

Las vacunas ofrecen una notable protección, pero esta no es inmediata. Se necesita recibir todas las dosis necesarias para obtener inmunidad completa. En las pautas de dos dosis, la primera ofrece solo una protección parcial, mientras que la segunda dosis aumenta significativamente la protección. El nivel máximo de inmunidad se alcanza unas semanas después de recibir la segunda dosis. En pautas de una dosis, la máxima inmunidad se logra unas semanas después de la vacunación.

Protección contra la infección y la transmisión

Las vacunas contra la COVID-19 son fundamentales para combatir la pandemia y reducir la enfermedad grave y la mortalidad. Aunque ofrecen protección contra la infección, esta no es total, y las personas vacunadas aún pueden infectarse. Sin embargo, los síntomas en las personas vacunadas suelen ser más leves, y es raro que experimenten cuadros graves o mueran debido a la enfermedad.

Variantes víricas y protección de las vacunas

A medida que aumentan los casos de COVID-19, también lo hace la posibilidad de que surjan nuevas variantes más transmisibles y peligrosas. Aunque las vacunas siguen siendo efectivas frente a las variantes existentes, algunas mutaciones pueden reducir ligeramente su capacidad para prevenir la infección y los síntomas leves. No obstante, debido a la amplia respuesta inmunitaria que generan, es poco probable que las vacunas pierdan completamente su eficacia frente a nuevas variantes.

La OMS sigue monitoreando la situación y actualizará sus recomendaciones conforme surjan nuevos datos. Mientras tanto, es crucial que se sigan aplicando las medidas de salud pública y se continúe con la vacunación para protegerse contra la COVID-19 y sus variantes.

Conclusión

Las vacunas contra la COVID-19 son una herramienta clave en la lucha contra la pandemia. Si bien no garantizan una protección completa, sí reducen significativamente el riesgo de enfermedad grave y muerte. Es esencial mantener todas las precauciones adicionales, incluso después de la vacunación, para frenar la propagación del virus y proteger a la comunidad.

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